martes, 2 de octubre de 2018


Hoy estamos aquí reunidos con la gente amiga, para celebrar la Inauguración del Parque de Estudio y Reflexión de Gran Canaria y de este monolito que marca la fecha, cuarenta años después de Canarias 78, donde también tanta gente amiga, precursores de este proceso, estuvieron aquí.

Y en este Parque hoy, cómo no recordar y agradecer a aquellos que nos precedieron, constructores de un futuro que no termina aquí y ahora, sino que empieza en una rota nueva, más ligera, más sutil e integradora, con una nueva sensibilidad. Recordar y agradecer a Silo, con profundo afecto. Él nos ha guiado en el camino. Sin su luz nada de esto hubiera sido posible. En cada peldaño del ascenso su enseñanza estuvo presente, en cada momento difícil, sus palabras nos impulsaron a seguir. Recordar a los que vinieron y se quedaron, no importa en qué momento, ni tampoco el tiempo que estuvieron, pero su vocación nos brindó la oportunidad de conocer la doctrina y al Maestro. Muchos nos acompañan hoy, a otros los sentimos fuertemente en copresencia.

Agradecer a los que luego se sumaron e impulsaron el humanismo en Canarias, con fuerza y con fe. No importan ya los errores de danza, porque no fueron la danza misma. Lo mejor de lo que se aportó está hoy con nosotros. En la memoria, limpia ahora, sólo queda un gran cariño y un gran afecto. Sincero. Este Parque es también un tributo y un regalo a todos y a cada uno de ellos. Solo vuelven hoy los mejores momentos. Deseamos que una oleada de bienestar llegue hasta todos, presentes o no en este espacio o en este tiempo.

Este Parque se gestó por la suma en el tiempo de todos ellos y por un equipo, que asumió el desafío. Un equipo que se enriqueció con los que vinieron, como un soplo de aire fresco, desde Madrid, desde Noruega… para generar juntos algo nuevo. En él, algunos, aunque ya nos conocíamos, nos hemos vuelto a descubrir. Ya no quedan pre-dialogales ni biografías, sólo los actos validos que se han ido acumulando, como homenaje a esa charla del Negro, de un día como hoy, en el Hotel Tamarindos del sur de esta isla.


Un ser cohesionado, donde las palabras se tornan miradas. Hermanos en la batalla. Nos reconocemos y nos entendemos. 

Y si hablamos de actos válidos, de la capacidad de dar, hoy agradecemos en mayúscula, sin palabras suficientes para expresar lo que sentimos, el trabajo que han hecho todos aquellos que han colaborado, que han aportado sus manos, su tiempo y sus conocimientos, en  la construcción de este Parque. Un homenaje especial a Roberto Kohanoff que nos ha ayudado desde un principio y en todo momento; a Sergio, que  nos ha guiado en las obras, aún trabajando con unos “anarcas” como nosotros; a Dorval, con su silenciosa experiencia: unos titanes que han trabajado horas y horas para que podamos disfrutar de lo que vemos hoy. Luz Marina, nuestra “picapedrera” especial, que nos ponía el punto de calma y de afecto, Marily, con su cariño, que ha viajado dos veces en un mes, para acompañarnos y estar con  nosotros; Vanessa y Miguel, que siempre dan lo que tienen, con esa generosidad que les sale sin más, sin darle mayor importancia; Paco, que nos ayudó tantas veces con su habilidad. A todos los que pudieron venir antes para estar aquí y echar una mano…Todavía nos preguntamos por ese motor tan grande que les ha impulsado a hacer lo que han hecho. No deja de sorprender esa inmensa capacidad de dar. 
Josefina y Carlos, esos libros son un regalo.
Juan Carlos, que te vamos a contar que tú no sepas…

A todos los que han aportado lo que tenían y más de lo que tenían. Sin ellos no hubiésemos tenido la economía para avanzar. A los que han venido. Emociona cada carita, cada aporte, cada mensaje, cada palabra de ánimo…

Sin duda, los Parques son un faro, porque se iluminan con la intencionalidad de todos.

Este es un espacio abierto de todos y para todos, el cruce de tres continentes. Un lugar con nuestra historia, con la historia de muchos. Que su luz nos cohesione para volver a recordar que todos somos lo mismo y que trascienda, mucho más allá, hacia esas nuevas generaciones que, como decía el maestro, transformarán el mundo.

Para todos, con la tierra a nuestros pies y la cabeza en el cielo: ¡Paz, Fuerza y Alegría!